Es lo que me da para pensar ¿y si me hubiera dedicado a la música? (segundo pucho, 4:45 AM).
Es que siempre me va a quedar ese ¿what if?. Cuando me fui a Rocha, me iba caminando por la playa pensando en eso.
Me acordaba de la primera vez que escuché a Nicolás Ibarburu tocar la viola, que fue en la Sala Zitarrosa como invitado de Monalisa. Creo que el haber escuchado a este hiper súper músico tocar rock, hizo que me motivara / desmotivara el tocar la viola. Por un lado, lo admiro terriblemente, pero por otro lado es más que difícil llegar a donde llegó este Señor Músico. Y medio que entendí que si quería llegar a ese nivel, le iba a tener que dedicar muchísimo tiempo a la música. Sobre todo carezco de eso: tiempo.
Creo que apagué mi veta bohemia estudiando una de las carreras más yuppies que hay: Derecho.
Entré a la facultad con la idea de que esa carrera me podía abrir puertas en el mundo de las relaciones internacionales, hasta que me di cuenta de que el Derecho Internacional no era lo mío (porque el día que viva de eso, me muero de un ataque de frustración, lo mismo que si viviera de la Escribanía), y empecé a buscar variantes dentro de lo que estudiaba. Lo que más me gustó fue estudiar sobre la propiedad intelectual y los derechos de autor.
Bien, pero así como lo comenté en el Blog de el Héroe d’sta película, acá en Uruguay está lleno de buenos músicos, pero muy pocos viven de eso –bah, pasa con la generalidad de los artistas-. Y entonces ¿si los artistas prácticamente no viven del arte, de que va a vivir una abogada que se especialice en eso?.
El asunto es que tendría que empezar a ponerme las pilas para finalizar algo. Debería reenganchar la música, porque es como la Twilight Zone para mí, además en estos meses es como si el destino se burlara de mi abandono: me cruzo con el Chacho, con su hija María José, con un amigo que había dejado la batería y si reengancha es para hacer algo con otra gente, mis amigos ven la viola y me dicen “dale, tocate algo” y me da vergüenza universal interpretar temas ajenos con tanto descaro.
Al ajedrez lo voy llevando, es algo que no me lleva mucho tiempo (es decir, si quisiera mejorar tendría que empezar a leer sobre ajedrez, pero no me dan los ovarios ni la paciencia). Y mi carrera la llevo a paso cansino, pero que me voy a recibir, lo voy a hacer, me lo debo a mí misma.
Es que siempre me va a quedar ese ¿what if?. Cuando me fui a Rocha, me iba caminando por la playa pensando en eso.
Me acordaba de la primera vez que escuché a Nicolás Ibarburu tocar la viola, que fue en la Sala Zitarrosa como invitado de Monalisa. Creo que el haber escuchado a este hiper súper músico tocar rock, hizo que me motivara / desmotivara el tocar la viola. Por un lado, lo admiro terriblemente, pero por otro lado es más que difícil llegar a donde llegó este Señor Músico. Y medio que entendí que si quería llegar a ese nivel, le iba a tener que dedicar muchísimo tiempo a la música. Sobre todo carezco de eso: tiempo.
Creo que apagué mi veta bohemia estudiando una de las carreras más yuppies que hay: Derecho.
Entré a la facultad con la idea de que esa carrera me podía abrir puertas en el mundo de las relaciones internacionales, hasta que me di cuenta de que el Derecho Internacional no era lo mío (porque el día que viva de eso, me muero de un ataque de frustración, lo mismo que si viviera de la Escribanía), y empecé a buscar variantes dentro de lo que estudiaba. Lo que más me gustó fue estudiar sobre la propiedad intelectual y los derechos de autor.
Bien, pero así como lo comenté en el Blog de el Héroe d’sta película, acá en Uruguay está lleno de buenos músicos, pero muy pocos viven de eso –bah, pasa con la generalidad de los artistas-. Y entonces ¿si los artistas prácticamente no viven del arte, de que va a vivir una abogada que se especialice en eso?.
El asunto es que tendría que empezar a ponerme las pilas para finalizar algo. Debería reenganchar la música, porque es como la Twilight Zone para mí, además en estos meses es como si el destino se burlara de mi abandono: me cruzo con el Chacho, con su hija María José, con un amigo que había dejado la batería y si reengancha es para hacer algo con otra gente, mis amigos ven la viola y me dicen “dale, tocate algo” y me da vergüenza universal interpretar temas ajenos con tanto descaro.
Al ajedrez lo voy llevando, es algo que no me lleva mucho tiempo (es decir, si quisiera mejorar tendría que empezar a leer sobre ajedrez, pero no me dan los ovarios ni la paciencia). Y mi carrera la llevo a paso cansino, pero que me voy a recibir, lo voy a hacer, me lo debo a mí misma.
Etiquetas: Cosas catárticas, Musical Monsters, Pires propios
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Ah jajaja hey ya aparecí en las historias!!?? jajaja ... pues si recuerdo esa platica... siempre es interesante divagar contigo... y es cierto solo pocos viven de la musica al 100%... en guadalajara me divierte ver a jovenes, asi como yo lo fui, de formar una banda y pensando que dejar de un lado los estudios les dejará mas... bueno ahora lo veo de manera adulta y sé que ese camino es complicado, almenos en el intento dela oportunidad de que llegué el exito, pero aun asi, cuando lo alcanzan, muchas veces es efímero... LO curioso acá es que México por algún motivo es un trampoliín para muchos artistas iberoamericanos, y lo digo así, porque hasta españoles han tenido que venir aquí para proyectarse...pero solo Dios dirá eldestino de cada uno, jajaja ohh esta gripe me hace ver hasta hablar de Dios... jajaja
°~ El HéRoE D´Sta PeLíCuLa ~° ® dijo...
22 de marzo de 2007, 13:05
Seee, pero ¿nunca te preguntas (yo q se) que bueno que estaria haber hecho esto en vez de aquello? Y aca los artistas por lo general van a buscar difusion a argentina o españa o mexico mismo.
Y bue, si algun dia se me da por la veta artistica, vere que hago.
Por ahora me conformo con ir a ver todo lo que me gusta auditivamente (aunque vario tanto mis gustos que practicamente estoy yendo a ver todo).
YosoyineS dijo...
22 de marzo de 2007, 19:42