Pires clásicos de una mente casi brillante

Desde el 31 de diciembre, los barrios de Belvedere, Cerro, La Teja, y las ciudades de Mercedes y Durazno no cuentan con agua potable sino hasta altas horas de la madrugada.

Ayer veía en el informativo como una mujer se quejaba de que tenía que levantarse a las tres de la matina para llenar baldes y tachitos para juntar agua para el resto del día, y después se tenía que levantar a trabajar por la mañana.

Lo más gracioso es que la cuenta del agua les llegó igual, y con números altísimos en algunos casos (a uno le llegaron $3000 pesos, el equivalente a u$d 137, que es un disparate). Daoiz Uriarte, jerarca de OSE -Obras Sanitarias del Estado, quien suministra el agua potable aquí- respondió por parte de OSE que se examinará cada caso en concreto si corresponde devolver el importe de la factura o no.

Yo pensaba, la factura en sí debe corresponder al mes de diciembre, porque a esta altura del partido no creo que a nadie le cobren cada 10 días el agua.

El que llueva tan poco tampoco ayuda mucho a los caudales de agua, y por lo tanto al suministro de ella.

Ayer no podía ni moverme del calor agobiante que hacía, y justo hoy que tenía que salir llovió copiosamente. Intenté bajo todos los medios esquivar charcos, baldosas flojas, y taxis que van a toda velocidad cerca de la vereda y te ensopan, pero no hubo caso. Cruzar Bulevar Artigas fue toda una odisea, y lo único que no se mojó fue mi pelo gracias al paraguas. Tampoco que me importara mucho.

Ahora bien, se me ocurrió que capaz esa gente que no tenía agua potable de día, de noche sacaba agua como desaforada, por lo tanto el consumo sería menor, pero no taaan menor al normal. O sea, lo que en el día tiene un uso racionado, en estas noches lo que hacen es sacar todo de una. Es como cuando son las fiestas, van al supermercado y la gente compra comida como si fuera el fin del mundo y tuviera que pasarse 25 años adentro de un búnker.

Igual debe estar jodido no poder tirar de la cisterna en todo un día.

Hoy mientras veía cómo un taxi levantaba una ola de agua por Bulevar Artigas cual si fueran olas australianas, y el ruido de las bocas de tormenta, que no daban abasto para guardar tanta agua y por eso la calle estaba cuasi inundada, pensaba que probablemente en estos días los problemas con el agua se terminarían, lo mismo con el calor agobiante.

Es el agua la que limpia y esclarece las cosas.